Educar Sin Perder la Paciencia
Seguir el ritmo del trayecto entre los dos y los tres años puede resultar agotador. A muchos padres les cuesta poner límites y pierden frecuentemente la paciencia. La clave: conocer las características propias de la de un niño de esta edad.
Hace unos meses, Mercedes y Rodolfo decidieron hacerle un psicodiagnóstico a su hija mayor, Belén, que acababa de cumplir los tres años. “Estábamos preocupados porque estaba muy inquieta y contestadora y ella siempre había sido muy buena”, recuerda la mamá. El resultado los llevó a reflexionar sobre sus propias actitudes: “Nos dimos cuenta de que estábamos siendo demasiado exigentes con ella. Sobre todo cuando estábamos con otras personas, le exigíamos que fuera perfecta. Que no llorara, no gritara, no corriera. No es que ella fuera terrible, sino que nosotros estábamos como cegados respecto de lo que tiene que ser una chica a esa edad”. A partir de ese descubrimiento, decidieron ser más flexibles y tolerantes con ella, reservando los retos y los límites para situaciones que realmente los merecieran.
¿Cómo es un niño a los dos años?
Un importante desafío de la educación es conocer y respetar las posibilidades, limitaciones y características propias de cada edad. En ese sentido, la etapa de los dos años es muy engañosa. De pronto, los padres se encuentran con que ese bebé totalmente dependiente se transformó en un chico que habla, piensa, corre. “Tras ese cambio radical podemos erróneamente creer que el niño ha alcanzado una madurez que aún no tiene. Entre los dos y los tres años el niño ya es capaz de hacer tantas cosas de las que hace un adulto, que con facilidad podemos equivocarnos y exigirle mucho más de lo que es razonable”, apunta Susan Reid , en el libro Comprendiendo a tu hijo de 2 años . Por más progresos que esté haciendo, no deja de ser un niño muy pequeño en un mundo tremendamente grande por descubrir.
Una manera de ayudarse a no perder la paciencia es conocer las características propias de esta etapa. Entre los 24 y los 30 meses, los niños están aprendiendo a hablar normalmente y utilizan el lenguaje para conocer y entender el mundo. Siempre están preguntando y parecen no conformarse con ninguna respuesta. Su desarrollo es imparable: cada día trae una nueva adquisición.
Las características de un niño de dos años:
- Es una etapa egocéntrica.
- Desafía los límites para conocerlos.
- Quiere experimentar con todo lo que esté a su alcance.
- Aunque se cree grande, necesita mucha guía y contención.
- Está aprendiendo a hablar y le gusta hablar.
- Ya sabe caminar con lo que se desplaza cómodamente.
- Algunos son capaces de desvestirse y vestirse solos.
- Algunos disfrutan comiendo solos, otros no.
- Algunos dejan los pañales a esta edad.
Las características de un niño de tres años:
- Sigue siendo una etapa egocéntrica.
- Sigue desafiando los límites. Les gusta la autonomía.
- Su lenguaje es mucho más amplio. Arma oraciones de tres palabras e incluye palabras en plural.
- Les gusta el juego simbólico. De representaciones, roles etc.
- Corre.
- Es capaz de vestirse y desvestirse solo.
- Es capaz de comer solo.
- La mayoría ya no usa pañales, aunque pueden seguir teniendo accidentes de vez en cuando.
- Aunque se cree grande, necesita mucha guía y contención.
Volviendo a los límites, ¿Cómo pueden los padres aprender a poner límites?
Una de las palabras clave de esta etapa es “no”. Tanto en boca de sus padres, cuando le marcan los límites, como en la de los pequeños que insistentemente se oponen a estos límites. “No quiero, no me gusta, no voy”, repiten hasta el cansancio, muchas veces antes de entrar en una rabieta o en un berrinche. ¿Quién gana esta batalla? Lo lógico es que sea la voz de los padres la que prevalezca. Sin embargo, muchos adultos no saben poner límites y agotan su paciencia en el intento.
En incontables ocasiones el límite fracasa por algo tan sencillo como que no ha sido comprendido por el niño. Por ejemplo, una mamá entra con su hijo de dos años y medio a una biblioteca en donde otras personas están en silencio. El pequeño, como es costumbre, comienza a preguntar todo en voz alta, mientras señala todo lo que llama su atención. Su mamá, nerviosa por la situación, le agarra la mano y le dice: “Basta, portate bien”. Si es la primera vez que entra en una biblioteca, ¿cómo puede saber el pequeño que en este ambiente “portarse bien” significa no hablar, a diferencia de como hace en otros ámbitos públicos, como el supermercado? Un límite bien entendido es concreto y está bien especificado: “Este lugar es una biblioteca y no se puede hablar en voz alta porque la gente está estudiando y si escuchan voces se van a distraer y no van a poder comprender lo que están leyendo”.
Otra posibilidad que suele dar resultado es darles cierto grado de libertad para elegir cómo cumplir las indicaciones. Por ejemplo: “Vamos a ordenar los juguetes, ¿empezamos por los muñecos o por los rompecabezas?”.
Por último, un consejo valioso para cuando los chicos se portan mal: rechazar la conducta y no al pequeño. Si, jugando con un amiguito, no quiere compartir sus juguetes, en lugar de decirle que es malo o egoísta, conviene hacer hincapié en esa actitud puntual de no compartir.
¿Como enseñarle a su hijo a usar el baño?
¿Qué es aprender a usar el baño?
Su hijo ha aprendido a usar el baño cuando va a la bacinica, se baja los pantalones, orina o mueve el intestino, y se vuelve a poner los pantalones sin que le digan nada. Algunos niños aprenden primero a controlar su orina. Otros comienzan controlando sus evacuaciones. Se puede trabajar en los dos tipos de control al mismo tiempo. En general sólo se puede controlar la orina durante la noche después de varios años de haberla controlado durante el día. Si su niño está listo, en general puede dejar de usar los pañales en forma gradual, tal como se describe a continuación, en 1 a 3 meses.
¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a prepararse para dejar los pañales?
No empiece hasta que su hijo esté listo. Pero no estará listo para empezar sólo porque sí; su hijo tiene que aprender conceptos y destrezas que usted le puede empezar a enseñar a partir de los 18 meses de edad, o aún antes. Todos los niños estarán en condiciones de dejar los pañales al cumplir los 3 años de edad, la mayoría a los 2 años y medio, muchos a los 2 años y algunos antes también. Para ayudar a que su niño se prepare para dejar los pañales puede hacer lo siguiente:
18 meses: comience a enseñarle sobre pipí, popó y cómo funciona su cuerpo:
- Enséñele el vocabulario (pipí, popó, bacinica, etc.)
- Explíquele que todos nosotros hacemos pipí y popó
- Cuando un perro u otro animal orine o evacúe, muéstreselo
- Cuando las observe, explique las señales que da el cuerpo: Tu cuerpo quiere hacer pipí o popó
- Elogie a su hijo cuando mueva el intestino con los pañales puestos
- No diga que el popó es sucio o feo
- Demuéstrele que el cambio de pañales es placentero, para que su hijo quiera acercarse
- Cambie al niño con frecuencia para que prefiera los pañales secos
- Enséñele a su hijo a que llame a la mamá o al papá cuando esté mojado o haya hecho popó
21 meses: comience a enseñarle sobre la bacinica y el inodoro:
- Enséñele para qué sirve el inodoro y la bacinica (el pipí o el popó van en este lugar especial). Demuéstreselo botando el popó de los pañales en el inodoro.
- Hágale ver que el uso del inodoro y la bacinica es un privilegio.
- Haga que su hijo observe a otros niños que ya saben usar el inodoro o la bacinica (puede ser muy conveniente contar con un hermano mayor que ya esté entrenado).
- Compre una bacinica que se pueda colocar en el piso. Cuando se siente en la bacinica, los pies del niño deben tocar el suelo. Esto le permite apoyarse para hacer fuerza y le da una sensación de seguridad. También puede sentarse y levantarse cuando quiera. Lleve a su hijo a comprar la bacinica. Explíquele que ésta va a ser su silla especial. Ayude a su hijo a escribir su nombre en ella. Permítale que la decore o que la pinte de otro color, si quiere.
- Deje que su hijo se siente en la bacinica sin necesidad de ir al baño. Permítale sentarse en ella completamente vestido hasta que esté cómodo usándola como silla. Haga que se siente en ella mientras está comiendo sus bocados, jugando o mirando libros. Colóquela en el cuarto que su hijo usa normalmente para jugar. Nunca comience el adiestramiento para aprender a ir al baño a menos que su hijo se sienta cómodo con la bacinica. Ayude a su hijo a desarrollar un sentido de pertenencia (mi silla).
- Lleve después la bacinica al baño y pídale que se siente en ella (sin el pañal) cuando usted usa el inodoro. No permita que use pañales o calzoncitos desechables en el baño.
2 años: comience a usar útiles de enseñanza
- Léale libros y muéstrele vídeos para aprender a usar el baño.
- Ayude a su hijo a simular que está entrenando a una muñeca o una mascota en la bacinica.
- Introduzca la ropa interior como un privilegio. Compre ropa interior especial y colóquela en un lugar donde su hijo pueda verla.
¿Cómo le enseño a mi hijo a usar el baño?
- Hágale practicar ir a la bacinica. La práctica consiste en que su hijo camine a la bacinica y se siente en ella sin sus pañales o pantalones puestos. Una vez sentado, le puede decir, trata de hacer pipí en la bacinica. Sólo haga prácticas cuando su hijo dé señales prometedoras, como una cierta expresión facial, gruñidos, agarrarse la zona genital, tirar de los pantalones, caminar intencionadamente, ponerse en cuclillas, retorcerse, etc. Otras ocasiones convenientes son después de la siesta, después de 2 horas de haber orinado ó 20 minutos después de las comidas. Dígale, como para alentarle: el popó o el pipí quieren salir. Vamos a usar la bacinica. Si su hijo se resiste a sentarse en la bacinica, le puede leer un cuento. Si su hijo se quiere levantar después de haberlo alentado durante 1 minuto, déjelo. Nunca lo obligue a quedarse sentado. Nunca lo obligue físicamente a quedarse. Aunque su hijo la esté pasando bien, concluya cada sesión después de 5 minutos, a menos que esté ocurriendo algo. Guarde inicialmente la bacinica en el cuarto que su hijo usa normalmente para jugar.
- Elogie o recompense a su hijo por cooperar, o si tiene éxito. Durante las sesiones de práctica, elogie a su hijo siempre que colabore. Por ejemplo, le puede decir, estás sentado en la bacinica igual que mamá, o, de verdad que estás tratando de hacer pipí en la bacinica. Si su hijo orina en la bacinica, déle un premio, como galletas o calcomanías, y también muchos elogios y abrazos. Si bien a algunos niños les basta con el sentido del deber cumplido, muchos necesitan premios para mantenerlos concentrados en lo que deben hacer. Reserve las recompensas grandes (como una visita a la juguetería) para las ocasiones en que su hijo vaya a la bacinica solo y la use, o le pida ir a la bacinica y la use. Una vez que su hijo use la bacinica solo un par de veces o más, puede dejar las sesiones de práctica. Siga elogiando frecuentemente a su hijo cada vez que use la bacinica durante una semana más. Las sesiones de práctica y los recordatorios ya no serán necesarios después de 1 ó 2 meses.
- Cambie a su hijo cuando tenga un accidente. Cambie a su hijo apenas pueda, pero responda sin enojarse. Diga algo como, quisiste hacer pipí en la bacinica, pero se te escapó en los pantalones. Yo sé que esto te pone triste. Prefieres no mojarte. Seguro que irás mejorando con el tiempo. Si siente necesidad de criticar, limítese a una leve desaprobación verbal y hágalo sólo ocasionalmente (por ejemplo, los niños grandes no se hacen pipí en los pantalones, o mencione a otro niño que conozca y que ya esté entrenado). Después cámbiele los pañales o calzoncitos desechables de la manera más cordial posible, y sin mostrar enojo. No use castigos físicos, no le grite ni le regañe. Si le pone presión o usa fuerza, su hijo puede dejar de cooperar por completo.
- Una vez que el niño empiece a usar la bacinica, empiece a vestirlo con ropa interior. La ropa interior puede servir de motivación. Pase de los pañales a la ropa interior después de que su hijo se muestre cooperativo con el uso de la bacinica y orine en el inodoro espontáneamente 10 veces o más. Lleve a su hijo consigo a comprar ropa interior, para que lo considere una recompensa por el éxito obtenido. Compre ropa interior suelta que pueda sacarse y ponerse fácilmente sin necesidad de ayuda. Una vez que empiece a ponerle ropa interior, use los pañales sólo durante la siesta, de noche y durante los viajes.
- Programe un fin de semana de cola al aire. Si su hijo es mayor de 30 meses, ha usado exitosamente la bacinica algunas veces con su ayuda y comprende el proceso claramente, dedique un periodo de 6 horas, o un fin de semana completo, exclusivamente al adiestramiento. En general esto puede dar muy buenos resultados. Durante este tiempo evite interrupciones o distracciones. Los hermanos menores tienen que pasar el día en otro lado. Apague la televisión y no conteste el teléfono. Para tener éxito tiene que vigilar a su hijo durante estas horas de adiestramiento.
- La técnica de cola al aire significa que su hijo no debe usar pañales, calzoncitos desechables (Pull-ups), ropa interior ni otra ropa por debajo de la cintura. Al hacer esto la mayoría de los niños toman mucha conciencia de la plomería de sus cuerpos. A los niños no les gusta instintivamente que les corra pipí o popó por las piernas. Usted y su hijo deben permanecer cerca de la bacinica, que puede estar en la cocina o en otro cuarto que no tenga alfombra. Para que su hijo no se distraiga y se quede en el cuarto, puede colocar barreras. En los momentos de cola al aire, supervise a su hijo pero no haga sesiones de práctica ni recordatorios, dejándole que aprenda por prueba y error, con su apoyo.
- Cáusele ganas de hacer pipí ofreciéndole mucho líquido. Tenga a mano juguetes y libros para que su hijo pueda jugar cerca de la bacinica. Mantenga su interés con abrazos, sonrisas y buen humor. Tiene que ser su aliada y entrenadora.
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